EL ANARQUISMO EN ESPAÑA
Estamos obligados a dedicar capitulo aparte al anarquismo en España, no sólo por el hecho de que la página se publica en nuestro país, sino porque, por razones que son y probablemente serán misteriosas, es en España donde, desde el primer día que hubo una formulación clara y concreta del anarquismo, éste adquirió más base popular, más arraigo e influencia que en el resto del mundo.
Los que han examinado el fenómeno con visión simplista, han deducido que prendió antes y mejor en España porque era nuestro país, en el siglo XIX, uno de los países pobres de Europa. Pero les desconcierta el hecho de que fuera en Cataluña, región tradicionalmente próspera y la más avanzada de España en todos los sentidos, donde primero se constituyeron grupos anarquistas y donde la idealidad libertaria adquirió antes prestigio e influencia.
Y es que, en realidad, el anarquismo nada tiene que ver con el estado de atraso ni de miseria de los pueblos. Es una toma de conciencia individual que lo mismo puede producirse en el campesino iletrado que en el obrero rebelde, que en el intelectual o el aristócrata inquieto y atormentado por el problema de la justicia y de la felicidad entre los hombres. Y es precisamente hasta en las regiones más pobres, entre los hombres más ilustrados, más capaces, donde se manifiesta primero la simpatía y después la adhesión al anarquismo.
En España existe, por otra parte, una larga tradición rebelde y libertaria, que nos viene de la Edad Media y que se engarza en la mezcla de razas y en la propia geografía. El español es anarquista por temperamento, por carácter, por fiereza, por amor a la libertad, por independencia y porque, confusamente, siempre ha sabido o intuido que sólo en un orden social como lo conciben los anarquistas se sentirá bien v conseguirá realizarse plenamente.
Sin entregarnos a ninguna euforia de tipo racista, hemos de decir, sin embargo, que antes incluso de que llegaran a España las ideas anarquistas claramente formuladas en la obra de Proudhon, traducido al español por Pi y Margall, había ya aparecido en España un primer periódico anarquista en 1845: "El Porvenir", que editaron Ramón de la Sagra Peris y Antolín Faraldo. Este periódico apareció en Santiago de Compostela y fue suprimido por un decreto del general Narváez.
Ramón de la Sagra. su redactor principal, es el primer anarquista que hubo en España. Las obras de Puoudhon no fueron traducidas por Pi y Margall más que en 1854.
Por lo demás, Ramón de la Sagra, emigrado a París víctima de la persecución de Narváez, se unió a Proudhon y le ayudó a fundar su "Banca del Pueblo" No es un secreto para nadie que cuando llegó a España Fanelli, para fundar la Sección Española de la Primera Internacional, en España existían ya grupos anarquistas, compuestos por individualidades que trabajaban en diversos sentidos, fundando Fomentos de las Artes, Centros de cultura o dedicándose a otras muchas actividades propagandísticas y culturales. Como existían ya las llamadas Sociedades Obreras de Resistencia al capital, que fueron los primeros núcleos organizados de la Internacional.
Por lo demás, la mayor parte de los federales de la época como Joarizti, Bohórquez, Pi y Margall y tantos otros. sintieron simpatías por el anarquismo, y su concepción de la República por la que combatían difería mucho de lo que fue la proclamada en 1871 y que tan efímera vida tuvo.
El anarquismo español poseyó desde sus orígenes, muchos y muy interesantes hombres, en los que se confundieron todas las clases sociales, desde médicos como los doctores Soriano, García Viñas, y Gaspar Sentiñon, a obreros tipógrafos como Anselmo Lorenzo y Rafael Farga Pellicer, pasando por campesinos ilustrados como Francisco Rubio, de Montejaque.
Estos hombres, desde el primer día, hicieron suya la convicción de Bakunin de que era entre los trabajadores donde debían sembrarse las ideas libertarias porque era la fuerza del proletariado organizado la sola que podría, en un mañana que se esforzaban de aproximar lo más posible, destruir la sociedad capitalista e instaurar una sociedad sin clases.
De ahí que las figuras más señeras del movimiento obrero, lo mismo antes de la Internacional que después de ella, actuaron entre los trabajadores y se confundieron con ellos. Más tarde, esta posición, históricamente sostenida durante medio siglo, fue definida con el nombre de anarco-sindicalismo.
Otro fenómeno curioso y que debe ser destacado, cuando del anarquismo en España se habla, es que, así como en los demás países la preocupación por las formas de organización de la sociedad no acostumbraba a ser motivo ni tema de discusión en Congresos, en España constantemente ello les preocupaba... Quizá porque es el país donde más cerca y más viable hemos visto la realización de una sociedad libertaria, por su impregnaci6n del ambiente y porque las propias evoluciones de su historia en diversos mementos nos han hecho esperar un cambio posible. Quizá esto explica también el encarnizamiento con que han sido en España perseguidos los anarquistas, a lo largo del siglo XIX y en todo lo que va del XX.
Las clases poseedoras han tenido conciencia de que en el anarquismo residía un peligro de destrucción de sus privilegios y que los métodos y tácticas del mismo convertirían a la clase obrera en un formidable instrumento de combate.
Por lo demás, los obreros comprendieron muy bien que sólo las tácticas y los principios imprimidos por la influencia libertaria en el movimiento obrero, podían acelerar la emancipación de los trabajadores, que según el lema de la Primera Internacional, sólo puede ser obra de los trabajadores mismos... Esto explica igualmente la tenacidad con que han renacido las organizaciones obreras destruidas por las persecuciones y cómo de nuevo, fielmente, los trabajadores las han poblado con su presencia. Tantas veces como fue disuelta la Confederación de Trabajadores, que sucedió a la Sección española de la Primera Internacional, fue reconstituida. Cuando, en 1910, este movimiento obrero, numerosas veces aniquilado, se articuló nacionalmente con el nombre de C.N.T., ¡cuántas veces fue también juzgado muerto! Como nueva Ave Fénix, renació siempre de sus cenizas, no faltando nunca en sus filas los que habían sido y continuaban siendo sus orientadores, los que, confundidos con los trabajadores, alentaban el espíritu de protesta y conseguían mejoras en la condición de los explotados.
Sería, no obstante, limitar la acción libertaria, si la circunscribiéramos a la simple intervención de los anarquistas en el movimiento obrero. Son centenares las revistas publicadas, los periódicos. Se suman por millares los libros y folletos editados. Desde las Escuelas laicas de Gabarró, a las Escuelas racionalistas que se multiplicaron en España en los anos que van de 1915 a 1936, pasando por el ensayo heroico de Ferrer i Guardia, que quiso crear una Escuela Moderna en España (ensayo que le costó la vida, ya que fue muerto fusilado por el solo crimen de haber intentado fundar una escuela liberada de la influencia religiosa en un país donde la Iglesia era todopoderosa y su criterio y sus procedimientos impregnados todavía del espíritu de la Inquisición), la labor libertaria fue múltiple, constante y lo abarcó todo, sin descuidar ningún aspecto.
Precisa haber vivido, bañado en lo que era la atmósfera libertaria, el fervor y la fiebre de actividad permanente, para comprenderlo y explicarse muchas cosas.
Cabe además destacar que el anarquismo en España jamás fue algo estático ni uniforme. Hubo siempre individualidades independientes, que crearon revistas, periódicos, editoriales. Señalemos, por ejemplo, Serrano Oteyza, fundador de "La Revista Social", Federico Urales y Soledad Gustavo, fundadores de "La Revista Blanca" -dos épocas: 1898-1905; 1923-1936 y una importante editorial, en la que se publicaron muchas obras anarquistas y otras que no lo eran, pero pertenecían al acervo común de la literatura universal. como "La Reacción y la Revolución", de Pi y Margall, y "Las grandes corrientes de la literatura en el siglo XIX·, de George Brandés.
Tampoco fue jamás exclusivista en la interpretación de las ideas. Hubo, eso sí, polémicas apasionadas entre anarquistas colectivistas y anarquistas comunistas. La fórmula colectivista: A cada uno el producto íntegro de su trabajo, pareció fuente de desigualdad y de injusticia a Kropotkin y algunos otros pensadores anarquistas. Aquel que, más fuerte que los otros, produciría más, poseería por derecho propio más bienes que el débil o enfermo. De ahí que lanzasen la fórmula comunista: De cada uno según sus fuerzas; a cada uno según sus necesidades.
Hubo anarquistas españoles, como Mella, que jamas dejaron de llamarse colectivistas. Pero la mayoría se inclinó muy pronto hacia el comunismo, que se adjetivó libertario, para diferenciarse del comunismo autoritario o marxista. Otros, como Urales y como Tarrida del Mármol, resolvieron el problema llamándose anarquistas a secas.
El anarquismo estuvo organizado generalmente en grupos de afinidad, que, a su vez, se federaban entre sí, constituyendo Federaciones Locales de Grupos. Esto fue así hasta que, en 1927, se creó en Valencia la Federación Anarquista Ibérica, englobando España y Portugal. Pero de eso hablaremos más tarde.
El movimiento anarquista, en España, consiguió movilizar de tal manera la opinión pública, que, a base de campañas de Prensa, se consiguió el indulto de los presos supervivientes del Proceso de Montjuich y después de los que aún vivían en los presidios de África, supervivientes de los procesos de la Mano Negra y de Jerez.
Se sabe hoy, que el proceso de la Mano Negra fue inventado por los servicios policíacos y de la Guardia Civil para justificar la destrucción, en Andalucía, de lo que restaba allí de la Internacional. Se sabe hoy también que el proceso llamado de Montjuich, en el que fueron fusilados cinco anarquistas en 1896, fue en realidad un remedo del que costó asimismo la vida a cinco anarquistas en Chicago, en 1886. Una bomba fue arrojada al paso de la procesión del Corpus, en la calle de Cambios Nuevos, en Barcelona. Hubo víctimas e inmediatamente se atribuyó el hecho a los anarquistas. Sin embargo, más tarde se ha sabido que el autor del atentado, un agente provocador al servicio de la policía, logró salir de España y fue a para a la Argentina.
Pero ello sirvió para encarcelar, torturar, fusilar y deportar a los anarquistas, para poner fuera de la ley a la organización obrera por ellos orientada, la Federación de Trabajadores, y para desarticular todo cuanto, en materia de centros culturales, de escuelas laicas y de Ateneos tenían organizado los anarquistas.
Antes de que tal objetivo se obtuviera por los medios a que antes nos hemos referido, los libertarios catalanes habían organizado los dos Certámenes socialistas, de los que restan los trabajos premiados, reunidos en dos volúmenes, obra rara e inapreciable, que sólo puede encontrarse en algunas bibliotecas.
Pese a todo, enterrados los muertos, vueltos los desterrados, liberados los supervivientes, el movimiento anarquista reanudó sus actividades, llegando, en 1900 a publicar en Madrid hasta un diario, "Tierra y Libertad" fundado por Urales y Soledad Gustavo y al que ayudó económicamente Ferrer i Guardia.
Figuras señeras del anarquismo en España, son, por orden más o menos cronológico, los internacionalistas Tomás González Morado, Rafael Farga Pellicer, Pellicer Paraire, sobrino del anterior; los doctores Gaspar Sentinon, José García Vinas y Trinidad Soriano; los periodistas José Llunas y E. Borrell, Juan Serrano y Oteyza, editor de "La Revista Social" y suegro de Ricardo Mella, que casó con su hija Esperanza; Fermín Salvoechea, símbolo del espíritu de revuelta de la región andaluza, fundador del periódico "El Socialismo", en Cádiz, antiguo federal y cantonalista, ganado pronto por el anarquismo; Anselmo Lorenzo, juzgado con justicia padre espiritual de la CNT (2) internacionalista que continuó y abrazó con entusiasmo y perseverancia las ideas de Bakunin, trabajando sin descanso por la constitución de una organización obrera poderosa y que reuniera el mayor número posible de afiliados; Ricardo Mella, el pensador más profundo con que ha contado el pensamiento anarquista en España; Fernando Tarrida del Mármol, ingeniero y escritor, orador asimismo -hablaba con la misma facilidad e igual elocuencia en tres idiomas: el español, el francés y el inglés-; Pedro Esteve, escritor y propagandista, emigrado a Estados Unidos, donde dio vida a un semanario ("Cultura Obrera") y animó al movimiento libertario de habla española; Teresa Claramunt, oradora obrera de natural elocuencia, muchas veces encarcelada y deportada a Inglaterra en el memento del proceso de Montjuich, verdadera encarnación ibérica de la Luisa Michel francesa; Federico Urales, escritor, publicista, novelista, cuya obra marcó profundamente el pensamiento español; Soledad Gustavo, su compañera, que le secundó en sus campañas y en su esfuerzo propagandístico. Más tarde hablaremos de los que aparecieron después y que llenan la historia del movimiento anarquista en los anos que se escalonan entre la Revolución rusa de 1917 y la Revolución española de 1936.
Precisa mención aparte un hombre, cuyo nombre no es generalmente citado. Nos referimos a José López Montenegro, antiguo coronel del ejército español, pasado al anarquismo y el primer propagador en España de la huelga general como arma total contra el capitalismo. Ayudado asimismo por Ferrer i Guardia, publicó un semanario. "La Huelga General", dedicado a propagar este método de lucha, consiguiendo que él fuese muy pronto adoptado en España por la clase trabajadora.
También precisa mención aparte, por su singular personalidad, Francisco Ferrer i Guardia. Procedía éste del republicanismo, pero estuvo siempre obsesionado por la idea de fundar una escuela moderna en España. Consiguió ganar a su tesis a una vieja señorita francesa de ideas avanzadas, Mademoiselle Meunier, que le dejó toda su fortuna, para realizar lo que era el objetivo de su vida: crear en España esa escuela moderna, imaginada por su espíritu de librepensador. Porque Ferrer, en sus comienzos, no era más que un francmasón y librepensador.
Pero al contacto de sus amistades parisinas -Malato, Paraf-Javal, el doctor Paul Robin, Madeleine Pelletier y sobre todo Léopoldine Bonnard, señorita de compañía de Mlle. Meunier y que fue más tarde la compañera de Ferrer y la madre de su hijo Riego, le hicieron concebir las ideas anarquistas. Al fundar, pues, la Escuela Moderna, se rodeó sobre todo de anarquistas, siendo uno de sus hombres de confianza Anselmo Lorenzo, al que hizo director de sus ediciones.
Ya que además de las escuelas que fue fundando, sobre todo en Cataluña, la Escuela Moderna se dedicó a la edición de libros de texto que pudieran servir al fin propuesto: crear una pedagogía libre que preparase a los futuros hombres para la libertad. Fue una calumnia desprovista de toda base real, la que hicieron circular los clericales y los reaccionarios, sobre el adoctrinamiento anarquista de las criaturas. Aún mayor infamia el acusar a los pedagogos que secundaron a Ferrer de que enseñaban a los niños el manejo de las armas y la fabricación de explosivos. Se acusó también a la Escuela Moderna que, anticipándose casi medio siglo a la pedagogía moderna, practicaba la escuela mixta, de alentar las experiencias sexuales entre niños y niñas de diez o doce anos. Todo era mentira y en realidad la Escuela Moderna se limitaba a enseñar de acuerdo con lo que eran concepciones pedagógicas de María Montessori, de Froebel, Clemencia Jacquinet, y que más tarde Jean Zay convirtió en reglas pedagógicas de la enseñanza en Francia.
Pero Ferrer, además de un aficionado a la pedagogía, era un revolucionario. Estaba convencido de que sólo transformando la sociedad e instaurando otro orden social, podría realizarse la liberación integral del hombre. Por ello ayudó económicamente a Urales y Soledad Gustavo para convertir "Tierra y Libertad", semanal, en diario, ayudó después a López Montenegro a publicar y propagar "La Huelga General", en la que Ferrer veía un medio revolucionario, al movilizar en bloque a la clase obrera.
Colaboró en la Prensa libertaria utilizando el seudónimo Cero, defendiendo las tesis que le eran familiares y a las que dedicó su vida.
Cuando se produjo el atentado de Mateo Morral, el día de la boda de los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, en 1907, se acusó a Ferrer de ser el instigador del gesto de Morral, que era un empleado de la Escuela Moderna. Se tejió una novela en torno de la pasión de Morral por Soledad Villafranca, compañera de Ferrer en la época. Leopoldina Bonnard y Ferrer se habían separado.
Todo ello son conjeturas. No está en mi ánimo ahondar en ellas ni es éste el motive de este libro. Lo cierto es que nada pudo comprobarse contra Ferrer, que fue absuelto en el proceso intentado contra él -por cierto que en aquellos días Ferrer fue defendido por Melquiades Alvaret.
Pero el cuarto militar del rey y las fuerzas conservadoras de la época habían condenado a muerte a Ferrer. Y se aprovechó la Semana Sangrienta de Barcelona, en julio de 1909, en la que ninguna intervención tuvo Ferrer, como se ha demostrado más tarde y no ciertamente por escritores ni historiadores libertarios, para encarcelarle, acusarle, juzgarle y fusilarle, a pesar del clamor internacional levantado a favor suyo.
El proceso contra Ferrer, su muerte, la destrucción de la Escuela Moderna, el encarcelamiento y deportación de Anselmo Lorenzo y los más próximos colaboradores del condenado, la represión general desencadenada, todo ello dio a España una celebridad que en nada sirvió a la imagen que, de nuestro país, los españoles liberales hubieran deseado dar al extranjero. Se ponía de manifiesto el poder omnímodo de la Iglesia, los métodos inquisitoriales todavía practicados en España y el divorcio profundo entre lo que se dio en llamar las dos Españas.
La Escuela Moderna había hecho ediciones prestigiosas, como fueron la de "El Hombre y la Tierra" vertido al español por primera vez, "Preludios de la lucha", de Pi y Arsuaga, hijo de Pi y Margall, "Sembrando Flores", de Federico Urales, del que se han hecho centenares de ediciones, "Las Aventuras del Nono", de Jean Grave, libros de lectura para niños difícilmente superables, numerosas obras científicas de Kropotkin, una "Historia de España", de Nicolás Estébanez, que fue el primer libro de texto dando a los niños una versión de la historia de nuestro país, en la que las guerras y los caprichos de los reyes no ocupaban el lugar principal.
Es imposible citar toda esta labor editorial, completamente ecléctica, libre de todo sectarismo. Pues Ferrer se rodeó de hombres como Lorenzo, anarquista conocido, tuvo como amigos y colaboradores a Tarrida y a Malato, pero también tuvo como director científico y literario a Odón de Buen y otras eminentes figuras del pensamiento liberal español.
Es precisamente contra todo esto que se urdió el complot la muerte de Ferrer y la destrucción de la Escuela Moderna, sus ediciones y su labor pedagógica. Muchos de los maestros que Ferrer había reclutado fueron encarcelados y deportados, como, por ejemplo, Casasola... Sin embargo, esos maestros y otros como ellos fueron los que, sólo cuatro o cinco años más tarde, empezaron a animar las escuelas racionalistas que los sindicatos obreros de la recién nacida C.N.T. sostenían económicamente.
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ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS IDEAS ANARQUISTAS
Es evidente que la teoría anarquista no surgió de una pieza, armada y presta a formularse, de una sola cabeza. Hasta llegar a la formulación de un Godwin, de un Proudhon, a la tesis polémica de un Bakunin, pasó por un largo período de maduración que se extiende desde los filósofos griegos, el pensamiento chino de Lao Tsé hasta nuestros días, pasando por la Edad Media, el Siglo de Oro español, el Renacimiento italiano, la Revolución francesa sin olvidar las agitaciones sociales del siglo XIX en Rusia, Italia, España, Francia, Alemania y la aportación de los economistas ingleses.
Sócrates, Heráclito, Demócrito, Epicuro, Epicteto Diógenes, Platón, Aristóteles, en el conjunto de su concepción filosófica aparecen ideas sobre el hombre, la vida, las pasiones, la sociedad, en las que hay atisbos de crítica común a lo que más tarde debía ser pensamiento anarquista. En los primeros apóstoles del cristianismo, las formulaciones aparecen aún más claras. En la propia Edad Media, calificada como período de máximo oscurantismo, fueron numerosos los pensadores que expusieron teorías audaces, demoledoras, socialmente hablando. En nuestro Siglo de Oro, el pensamiento ya se afina y se perfila. Baste sólo recordar el Discurso a los pastores del inmortal Cervantes.
Rabelais, Montaigne, Restif de la Bretonne, aportaron ya ideas concretas. El "Haz lo que quieras" rabelaisiano, inscrito en el pórtico de la abadía de Thelème, es todo un poema y todo un programa.
En las Utopías aparecidas por esa época -"La Ciudad del Sol", de Campanella y la "Utopía", de Tomás Moro- por el contrario, la obsesión autoritaria aparece muy presente. Pero, en cambio, en obras literarias del Renacimiento italiano, y sobre todo en las personas y el pensamiento de algunos de sus hombres -Vanini, Leonardo da Vinci, Giordano Bruno, Miguel Servet, Luis Vives, San Juan de la Cruz, por no citar más que algunos, se muestran las aspiraciones a la libertad, la concepción de un hombre en plena posesión de sus derechos individuales y deseando la justicia, la igualdad, la fraternidad sobre la tierra.
Pero es en el siglo XVIII, antes y durante la Revolución francesa, como las ideas más definidamente libertarias florecen y se manifiestan los llamados enciclopedistas y los hombres que prepararon en las conciencias la Revolución, llevaban ya en ellos las fórmulas que más tarde expresaran con mayor coordinación y fuerza, Proudhon en Francia, Pi y Margall en España. La aparición del famoso libro de Godwin "Investigación sobre la justicia política" y de la primera Declaración de los Derechos del Hombre de Paine,san ya considerados formando parte de los clásicos del anarquismo. En ellos, y en Coeurderoy, Rousseau, La Boetie, Bellegarrigue y Dejacques , encontraron Proudhon y Bakunin principios y críticas por ellos ampliados y profundizados.
En, los años II, III y IV de la Revolución francesa, cuando se escribe y se pronuncia por primera vez la palabra "anarquistas", como sinónimo de hombres con un pensamiento social y político revolucionario. El grupo de Los Iguales, Babeuf y sus amigos, fueron calificados de "anarquistas". Hubo incluso un joven barón alemán, Clotz, subyugado por los principios de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución, que los hizo suyos y que transformó su nombre patronímico convirtiéndolo en Anarchasis.
No es posible tampoco pasar sin citar la aportación al anarquismo de los individualistas americanos, sobre todo de Thoreau, Mackay, Tucker y Warren, que tanto contribuyeron a la evolución de la literatura y del pensamiento americano. No hay que olvidar que en un memento dado, hasta políticos como Jefferson, sintieron simpatía por el anarquismo. Ello explica el auge obtenido en Estados Unidos por el Movimiento Libertario, que llevó a la burguesía americana a buscar el pretexto para destruir la serie de organizaciones de grupos y de periódicos que existían en U.S.A. en los años 1880. El pretexto fue la huelga en la fábrica MacCormick de Chicago, la bomba arrojada contra la policía, obra probablemente de un agente provocador, el arresto y condena a muerte de los mártires de Chicago que dio origen al 1." de Mayo en 1886.
Figura señera del movimiento y de la literatura anarquista americana fue una mujer, muerta desgraciadamente muy pronto, Voltaire de Cleyre, hija de emigrados franceses y cuyo aporte como escritora y como poetisa es inestimable.
En otro capítulo de este estudio, al tratar del anarquismo internacional desde la Revolución rusa de 1917 a la Revolución española de 1936, hablaremos de otra mujer excepcional, Emma Goldmann. Aunque de origen ruso, la mayor parte de la vida de Emma Goldmann y del que fue su compañero, Alejandro Berkman, transcurrió en Norteamérica.
En Estados Unidos, como obra extraordinaria y perdurable, se citará siempre lo que fueron las joyas tipográficas, realizadas por un hombre que editó con amor y arte exquisitos diferentes obras maestras de la literatura libertaria universal y singularmente de Thoreau, Kropotkin, Reclus y Voltairine de Cleyre: Joseph Ishill, fundador de la célebre colección "Prensa de la Oropéndola". Nettlau lo admiraba profundamente y a la obra de Ishill dedicó un escrito.
Tampoco puede desdeñarse la aportación de los individualistas alemanes como Max Stirner, Nietzsche. Del primero citemos "EI Único y su Propietario" y del segundo "El Anticristo", "Así hablaba Zarathustra", "Genealogía de la Moral", "La Gaya Ciencia", etc., que tanta influencia tuvieron entre la juventud de fines del siglo XIX y principios del XX. Pero sería injusto olvidar lo que aportaron a las ideas libertarias, la obra y la acción de hombres como Juan Most, Gustavo Landauer, Rudolf Rocker, Max Nettlau, el austriaco Pierre Ramus y Fritz Kater, primer secretario de la Asociación Internacional de los Trabajadores, fiel a la Iínea bakuniniana, reconstruida en Berlín en 1922 y que pese a los múltiples avatares y persecuciones sufridas por las sindicales que la integran en los diversos países, la mayor parte caídos bajo regímenes de dictadura, aún existe.
Inglaterra fue, como Suiza, lugar de refugio, a últimos del siglo XIX, de perseguidos políticos. Allí fueron a parar Malatesta huyendo de Italia, Kropotkin, expulsado de Suiza y de Francia, Fernando Tarrida del Mármol, ingeniero y anarquista español, expulsado de España. Todos estos hombres aportaron al movimiento anarquista inglés y a la cultura británica en general contribuciones valiosas. Buena parte de la producción literaria de Kropotkin, así como Tarrida del Mármol, apareció en la famosa "Nineteenth Century", la célebre revista científica que fue exponente de las más audaces teorías.
Pero cabe recordar que Godwin y su "Investigación sobre la justicia política" están en los orígenes del anarquismo; que Darwin, con su teoría de la evolución de las especies, y Herbert Spencer, con su ·El Hombre contra el Estado·, sin ser anarquistas, verificaron y dieron base a numerosas afirmaciones libertarias. Es en inglés donde se editó, por primera vez, lo que consideramos obra fundamental de Kropotkin, "Ética: Origen y evolución de la moral" Sin calificarse específicamente de anarquistas, hubo hombres, como el poeta Shelley, primero, y el escritor William Morris, después, que expusieron ideas completamente libertarias y que nosotros consideramos como poetas y pensadores tan estrechamente emparentados con el anarquismo como lo fue Guyau en Francia. Tampoco es posible desdeñar el aporte de los economistas, como Stuart Mill y Henry James, entre muchos otros, cuya crítica y cuyo análisis fueron importantes y sirvieron de base a mucha argumentación libertaria.
En el terreno que nos es propio, la obra realizada por la revista "Freedom" llena varios años de actividades del movimiento libertario en Gran Bretaña.
En Bélgica, durante un período agitado de luchas políticas en Francia y en Alemania, se reencontraron allí también muchos hombres perseguidos por los gobiernos de los países en que nacieron o que, por oposición a los regímenes allí establecidos, en Bruselas buscaron asilo. Aparte el más conocido e ilustre de estos emigrados, Victor Hugo, no hay que olvidar la parte activa que tuvo en la creación y funcionamiento de la llamada Universidad Libre de Bruselas, nuestro compañero Eliseo Reclus, profesor en ella.
Naturales de Bélgica y figuras destacadas e insignes, cabe citar los nombres del filósofo Paul Gille, autor de "La gran metamorfosis" y del publicista Ernestan, cuyos escritos, de una limpidez y una elegancia de estilo inimitables, continúan siendo de actualidad permanente.
Más cerca de nosotros, tampoco es desdeñable la obra realizada por Hem Day y sus cuadernos "Pensamiento y acción".
En Holanda, una figura lo domina todo y ella sola basta para que el nombre de los Países Bajos ocupe lugar predilecto en este pequeño recuento de figuras libertarias: el de Domela Niewenhuis, uno de los pocos anarquistas que poseen un monumento público. La estatua de Domela domina el puerto de Amsterdam y dice el grado de influencia y el enorme prestigio adquirido por este hombre, uno de los mejores y más profundos pensadores anarquistas.
Bakunin tuvo en Holanda amigos fieles, que le ayudaron en su combate, como César de Paepe, que apoyó la actitud de su compañero en sus luchas contra Marx, que no vaciló en calificar a Miguel Bakunin de "agente del zarismo". Tal infamia ha sido recogida por discípulos de Marx, cuando de atacar y de difamar a los anarquistas se ha tratado.
En Rusia el nihilismo fue poco a poco adquiriendo fisionomía ideológica. Primero fue un movimiento de protesta y de acción contra los abuses y atrocidades del zarismo.
Por ejemplo, los llamados diciembristas no tenían características ideológicas muy definidas. Estaban movidos por un espíritu de justicia y por la vaga influencia del hegelianismo, pero aún no habían llegado a conclusión alguna. En ese ambiente de agitación casi mística se forjó el joven Bakunin y, con él, los primeros socialistas revolucionarios que, más tarde, se definieron como anarquistas.
Fue asimismo en ese clima de luchas, de persecuciones, de sacrificios y de actos individuales desesperados, como se formaron, surgieron e irradiaron hacia el mundo, el anarquismo científico del príncipe Pedro Kropotkin y el anarquismo cristiano del conde Leon Tolstoy.
Hay países en donde las ideas libertarias adquirieron más rápidamente influencia y difusión. En Francia, después de La Commune, se produjo un período de enorme actividad anarquista. Figuras como la de Luisa Michel, Sebastián Faure, Carlos Malato, Juan Grave y tantos otros que sucedieron a los Reclus y demás pensadores que, a su vez, habían ampliado Y definido el pensamiento proudhoniano, crearon periódicos, revistas y, unidos a los obreros sindicalistas revolucionarios como Pataud, Pouget, Pelloutier, Grifuelhes, etc.., constituyeron en 1905 la C.G.T.
Señalemos, para ilustración de los lectores, que de ese período del anarquismo en Francia, extraordinariamente rico, en el que florecieron numerosas revistas, como «Le Temps Nouveauxu, fundada por Kropotkin y continuada por Grave y en que nació "Le Libertaire", fundado por Luisa Michel y Sebastián Faure, la historia general apenas hace referencia. Lo que de él retiene, son los nombres de los que realizaron actos de terror, movidos por la desesperación Y guiados por las reacciones de sus temperamentos. Se cita a Vaillant, a Emilio Henry, a Ravachol; pero no se habla de Reclus, de Kropotkin, de Jean-Marie Guyau, estrechamente emparentados con el anarquismo y tantos otros.
Se citan los actos de Ravachol, pero no se dice que en aquellos tiempos aparecieron obras fundamentales como "El Hombre y la Tierra" y la "Geografía Universal" de los hermanos Reclus, "La Conquista del Pan", "El Apoyo Mutuo", "Campos, fábricas y talleres" de Kropotkin, "Ensayo sobre una moral sin obligación ni sanción", "La irreligión del porvenir", "El Arte desde el punto de vista sociológico", de Guyau, "La sociedad moribunda y la anarquía", de Grave, "El dolor universal" de S. Faure. Y paramos la lista, que se haría interminable. Siempre se ha procurado desfigurar al anarquismo y destacar sólo de él los aspectos de violencia o de ilegalismo. Así también, de los anos que precedieron a la primera guerra mundial, al tratarse del anarquismo, en Francia, no se cita más que la "banda Bonnot". Para nada se habla de las actividades culturales, sociológicas y sindicales de los anarquistas, como hemos dicho antes, primeros y auténticos creadores de la C.G.T. y del sindicalismo revolucionario.
En Italia, al producirse la división de la Primera Internacional, una parte siguiendo el pensamiento político de Carlos Marx, partidario de la acción múltiple y de la intervención parlamentaria y otra, la posición de Miguel Bakunin, partidario de la acción directa y revolucionaria contra el Capitalismo y el Estado, sin admitir la actuación política y mucho menos parlamentaria, convencido de que los socialistas que intervendrían en ella serían fatalmente absorbidos por el Estado al servicio de las clases dirigentes y poseedoras en Italia, repetimos, el movimiento anarquista adquirió inusitado auge e influencia. Justo es decir que en Italia surgieron figuras magníficas de pensadores y de revolucionarios, pertenecientes a todas las clases sociales, desde el aristocrático Duque de Pisacane, protector de Bakunin al que tanto ayudó financieramente, hasta el humilde obrero electricista Enrique Malatesta, pasando por grandes abogados como Pedro Gori y hombres de acción y de pensamiento como Giovanni Bovio, Cafiero y Merlino.
La realidad es que en Italia ha existido siempre un movimiento anarquista prestigioso y respetado, hasta por Mussolini, que tuvo a gala conservar en vida y en libertad vigilada a Malatesta, considerando que con ese gesto se honraba al fascismo, que respetaba a la figura más prestigiosa de un ideal que nunca cesó de inspirar simpatía a los italianos. Por eso, al producirse en 1945 la caída del fascismo resurgió con fuerza en Italia el movimiento libertario, aunque tradicionalmente muy influenciado por el individualismo.
En Rusia a donde había acudido a aportar su concurso a la revolución de 1936. murió a manos de los agentes rusos, en mayo de 1937. el pensador e historiador Camilo Berneri. Diseminados por el mundo, sobre todo en América latina, actuaron y vivieron grandes figuras del pensamiento anarquista italiano como Luigi Fabbri, Hugo Treni, Armando Borghi, Virgilia d'andrea y muchos otros.
Durante todo el siglo XIX y parte del XX, Suiza fue uno de los centros de reunión internacional de las anarquistas. Los rusos, perseguidos, allí iban a parar. Allí murió Bakunin. Y cuando se produjo la división de la Internacional, la Federación del Jura, una de las más importantes de la Primera Internacional, siguió la línea bakuninista. Había una potente organización obrera -la de los relojeros- y hubo un hombre, amigo personal de Bakunin, que tuvo enorme influencia sobre el proletariado suizo y los diversos grupos étnicos en Suiza refugiados. Nos referimos a James Guillaume. Muerto éste, le sucedió, en la misma obra y con' considerable influencía, Luigi Bertoni, que publicó durante largos años, "Le Réveil-Il Risveglio", revista en francés y en italiano, que había sido fundada por el propio Kropotkin, que en Suiza vivió también varios anos refugiado.
En América latina, donde mayor influencia e irradiación adquirió el anarquismo fue en Argentina. Es allí donde existió la única organización obrera que se calificó a sí misma de anarquista, la F.O.R.A. Se publicó allí un diario anarquista, órgano de la F.O.R.A., "La Protesta", que además constituyó una de las mejores bibliotecas de ediciones existente en el mundo a fines y principios de siglo. Nettlau publicó en ella diferentes obras de historia y allí empezaron a editarse las obras completas de Bakunin en español. Allí apareció la primera edición española de "Ética: origen y evolución de la moral" de Pedro Kropotkin.
El anarquismo argentino contó con grandes escritores, como José Ingenieros, Rodolfo González Pacheco, Teodoro Antilli, Emilio López Arango, con excelentes poetas, como Alberto Ghiraldo y Herminia Brumana. A primeros de siglo realizaron Luisa Michel y Pedro Gori una histórica labor de propaganda. Que ganó para el anarquismo miles de adeptos en diferentes lugares de Hispano-America. Todo esto duró hasta que las dictaduras, de Incloyen primero, de Uriburu después. lo aniquilasen todo encarcelando, deportando a los hombres más representativos de la izquierda y suprimiendo la prensa, ediciones y organizaciones obreras y políticas.
Hubo otros hombres, a caballo sobre diversas nacionalidades y países, como Rafael Barret, nacido en España, pero que vivió en la Argentina, hijo de padre inglés y de madre española, como Enrique Nido y Pierre Quiroule, asiduos colaboradores de "La Protesta", pero que habían ido a parar allí después de múltiples avatares.
En México. la Revolución de 1910 estuvo profundamente marcada por la influencia anarquista, a través de la acción y de la presencia de tres hombres, entre otros muchos, que dejaron huella indeleble: Librado Rivers, Ricardo Flores Magón y Práxedes G. Guerrero, a quien se debe la frase de que más tarde de apoderó la Pasionaria; "Vale más morir de pie que vivir de rodillas". De pie murió Guerrero, ya que dio su vida por la libertad y los derechos de los campesinos mexicanos.
En el Perú, el anarquista González Prada es hoy considerado como un maestro de periodistas y de escritores, pues su estilo, la profundidad de su pensamiento hacen de él un hombre realmente excepcional.
Es imposible detallar todo lo que ha sido la influencia anarquista en ambas Américas y a través de los diferentes países.
El mundo ignora lo que ha sido la labor propagandística, cultural, de liberación de las conciencias y simplemente las manifestaciones artísticas del pensamiento mundial del anarquismo.
No puede esta breve síntesis dar más que una ligera idea de ello.
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BREVE INTRODUCCION
La Enciclopedia Quillet, en una de sus ediciones, define así al anarquismo: Sistema político y filosófico, basado en el ideal de una sociedad sin gobierno.
La palabra anarquía deriva del griego AN -no- y ARKIA -gobierno. Sin embargo, de una manera deliberada, se ha generalizado otra acepción del vocablo. Anarquía es hoy sinónimo de desorden, de caos. Anárquico es interpretado como algo desordenado, caótico.
El anarquismo jamás es definido como ideal de una sociedad sin gobierno, sino como un movimiento compuesto por individuos violentos, propensos a utilizar, en todo momento, del terror, de la intimidación para imponerse en la sociedad y para entablar la lucha con sus adversarios; El anarquismo ha sido difamado, deformado y calumniado con igual unanimidad por conservadores y por "comunistas".
No obstante, nadie puede negar las bases científicas y filosóficas del anarquismo. Sus teóricos más eminentes han sido hombres de ciencia como el príncipe Pedro Kropotkin, el geógrafo Eliseo Reclus, el economista Domela Nievehuis, el pensador Rudolf Rocker, el historiador Max Nettlau.
El estudio de las sociedades primitivas y de la evolución de la especie, llevó a Kropotkin y a Reclus a la conclusión de los efectos nocivos del Estado, que en lugar de ejercer función de árbitro y regulador de las relaciones sociales, se convirtió universalmente y a lo largo de sus múltiples transformaciones., en defensor de los intereses creados por los que lo detentaban y por los que habían confiscado los bienes de la colectividad en beneficio propio. Es decir, lo que lanzaran como grandes líneas políticas y filosóficas Proudhon y Bakunin, lo iluminaron con la luz de sus estudios y de su experiencia científica los hombres que continuaron y ampliaron su obra.
El anarquismo es, pues, una doctrina social basada en la libertad del hombre, en el pacto o libre acuerdo de éste con sus semejantes y en la organización de una sociedad en la que no deben existir clases ni intereses privados, ni leyes coercitivas de ninguna especie. El hombre, movido por sus dos instintos paralelos, el egoísmo y el altruismo, que con él nacen y en él viven, sin imposiciones ni educaciones destinadas a dominarlo y a malearlo, sabrá, por egoísmo, ponerse de acuerdo con los demás hombres, para facilitar su trabajo, su defensa y el medio en que debe desenvolverse, y, por altruismo, sabrá aportar su apoyo solidario a los más débiles y desvalidos.
Sin caer en el infantilismo roussoniano, el anarquismo ha creído en el hombre y ha considerado que si se producían anormalidades fisiológicas, determinadas por la herencia. o por malformaciones congénitas, la ciencia, la medicina estaban ahí para curarlo, para remediarlas.
Un pensador anarquista argentino, Rafael Barret, definió con estas palabras profundas la posición de los anarquistas en este sentido: La maldad es cosa de enfermos. Un hombre normalmente constituido, en posesión de todas sus facultades, sano, libre, con todos los medios a su alcance para vivir feliz, no será malo y buscará la sociedad de sus semejantes, ya que el hombre, como especie, es sociable, necesita la compañía de los demás hombres para desarrollarse y vivir armoniosamente.
Para el anarquismo, sin embargo, la sociedad no puede ser y no debe ser sinónimo de esclavitud, de uniformidad ni de promiscuidad. Los derechos del individuo a la soledad, si así lo desea, al trabajo solitario, si sus inclinaciones a ello le llevan, son siempre reconocidos. La base del anarquismo es el hombre, sus derechos inalienables, el pacto libre con los demás hombres y la organización de una sociedad donde esos derechos estén garantizados por el conjunto armonioso de todos los hombres reunidos.
Pi y Margall, que, sin ser específicamente anarquista, tantas ideas libertarias expresara en su obra, definió muy bien los límites únicos que tiene el ejercicio de la libertad individual, tal como la conciben los anarquistas: "La libertad de uno termina donde empieza la libertad de otro"
A lo largo de este web (basado unas veces, copiado literalmente otras, de las obras de algunos grandes divulgadores contemporáneos) iremos exponiendo las diversas fórmulas prácticas de organización social, ideadas por los anarquistas y expuestas, sea en escritos redactados por sus teóricos, sea en acuerdos tomados en los diversos Congresos en que el tema de la organización de la vida en una sociedad liberada del Estado pensaron los anarquistas.
Porque, contra lo que piensan algunos mal informados, nadie se preocupó tanto de los aspectos prácticos de la organización del mundo, después de la revolución social que debería terminar con la existencia del Estado y establecer las líneas generales de la sociedad futura, como los anarquistas. Los teóricos marxistas, atrincherados en la teoría del Estado en manos de la clase trabajadora o de las minorías dirigentes, rara vez abordaron el tema. Nosotros no sólo lo abordamos, sino que nos esforzamos en resolverlo, como se verá más adelante.
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