CONTRIBUCIÓN A LA LUCHA CONTRA LA CARCEL

Constantino Cavalleri*

INTRODUCCIÓN

Hemos decidido editar, como el comienzo de una serie de ediciones destinadas a actualizar un debate serio y alejado de las polémicas, rumores, "malos rollos", etc. alrededor siempre de las luchas antirepresivas.

El texto del compañero Constantino creemos que, leído con el esmero que es preciso, aporta claridad al "agujero negro" en el que ha caído la estrategia de lucha contra las prisiones desde que fue lanzada en Octubre del año 1999.

Un "agujero negro" que es sinónimo de dejadez a la hora de incidir en ciertos aspectos de las luchas, mas allá de la también necesaria acción destructiva: la solidaridad entendida como un recíproco compromiso de seriedad y constancia para con los compañeros que están amenazados o en las garras de la represión; o, por ejemplo, la toma de los medios por los cuales la acción destructiva pase a tener una eficacia, una contundencia, que haga que la presión en pro de alcanzar los objetivos marcados suba muchos puntos de intensidad.

Hoy, echando la vista hacia atrás, hemos reflexionado mucho sobre nuestras propias carencias, límites y aciertos, que también han sido realidad.

Hemos constatado la inutilidad de ciertos planteamientos basados en la "espontaneidad" y en la aparente esquizofrénica carrera en pro de la legitimidad del discurso mas genuinamente subversivo; hemos sufrido, y no es exagerada la expresión, la carencia de un proyecto a medio plazo, proyecto este que nos hubiera hecho sobrepasar los límites de la supervivencia frente a la "vorágine" represiva, esto es, el diario combate para evitar ser cazados como alimañas por las "fuerzas del orden". Y como no, y entre los aciertos, el habernos encontrado a nosotros mismos como firme realidad en profunda subversión con esta mierda de existente, y el "gozo" de "vivir" la "vida" como nos dicta nuestro corazón y no como dictan los imperativos del Estado-Capital Europeo y multinacional.

Este ha sido el inicio de un periodo de reflexión y acción encaminado a, entre otras cosas, no volver a caer en la estupidez infantil del pasado, en lo que a las relaciones entre los compañeros se refiere, y en este sentido, instigamos a ciertos "compañeros" (por escribirlo de alguna manera) a que abandonen la estrategia de "acoso y derribo" contra otros compañeros que, además, están sufriendo en primera persona las realidades mas duras en torno a la represión del Estado.

Cipriano Mera, en su momento, y como tantos otros, por el único motivo de discrepar de la Santa Iglesia de la Acracia, también fue excomulgado y enviado al ergástolo... hoy la historia se repite, tanto da que sea en el sector radical de la Santa Inquisición, como en su sector moderado: las prácticas estalinistas del rumor, la calumnia, y las acusaciones falsas, perviven...que la historia no se repita una y otra vez.

En las próximas ediciones, ya en avanzado estado de preparación, profundizaremos mediante escritos propios y traducciones diversas en la crítica y en la acción que estamos desarrollando contra el Poder y la Autoridad en todas sus formas.

Hasta que la represión nos cace.

Agosto del 2001.

Grupo “Granados y Delgado”.

CONTRIBUCIÓN A LA LUCHA CONTRA LA CÁRCEL

Este escrito ha sido elaborado después de la circulación en el seno del movimiento, del documento "CONTRIBUCION AL DEBATE I. A. I. Y ALGUNAS ACLARACIONES PARA LOS COMPAÑEROS", con la intención de seguir con el debate abierto por aquel documento y revitalizar la lucha que se está llevando a cabo y abrir posibilidades concretas de su extensión a fin de reforzarla.

Antepongo también que nuestra contribución será socializada en el primer encuentro de la Internacional Antiautoritaria Insurreccionalista (I A I) para evaluar la posibilidad concreta de un interés común entre las realidades que participarán, respecto a una intervención sintonizada entre grupos e individualidades por extender la lucha y radicalizarla.

Es mejor que los compañeros sepan que las consideraciones y propuestas adelantadas, no son fruto de elaboraciones abstractas o de descripciones lógicas de recorridos imaginados en el cerebro de alguien; en realidad detrás de ellas hay una experiencia de muchos años, de participación activa en el seno de del "Comité de solidaridad con el proletariado preso sardo deportado" entidad que fue de las primeras que puso a la luz de manera sistemática los montajes político-judiciales que luego desembocarían en detenciones y sucesivos juicios requeridos por los PM (Ministerios Públicos) Marini y Ionta.

LA LUCHA CONTRA EL F. I. E. S.

Desde la perspectiva de las pasadas luchas de los FIES y por una mayor incisividad, son necesarias algunas consideraciones que ilustren y fundamenten la lucha en el nivel actual donde se encuentra el movimiento en su complejidad (hay que tener en cuenta por su claridad las críticas y valoraciones expresadas por dos compañeros presos, en cartas que han circulado en el movimiento y que yo he tenido la ocasión de leer).

Doy por supuesto que los compañeros conocen el desarrollo de la lucha que surgió el pasado año en las cárceles del Estado español, llevadas adelante dentro y fuera de las prisiones y que se ha correspondido en el plano internacional y ha logrado al menos sensibilizar a la opinión pública sobre la cárcel especial y los momentos inhumanos y torquemadescos que la caracterizan.

A pesar de esto, nos hemos dado cuenta, porqué esconderlo, que la lucha presenta límites propios y que además manifiesta algunas no-coincidencias entre la voluntad de los presos decididos a ir adelante hasta la huelga de hambre indefinida, y el movimiento externo a las cárceles, que parece haber afectado a la fuerza creativa y la energía necesaria para poder unir aquella relación de fuerzas que obligue al estado en los objetivos que se proponen. Si mis actuales conocimientos y consideraciones reflejan en realidad por lo menos alguno de los elementos que caracterizan la lucha y la condición del movimiento en este instante, lejos de cada tipo de veleidad, creo que hay suficientes razones y perspectivas concretas para ir adelante más fuertes y preparados que antes. A condición, obviamente, de que todos los compañeros realmente interesados en la lucha concreticen voluntad y seriedad, que creo absolutamente indispensables.

También es necesario, respecto a esta contribución, añadir otros aspectos. A menudo se dan por supuestos, pero no lo son, ya que dan lugar a equivocaciones, incomprensiones, interpretaciones falsas y quién sabe qué otra cosa. Por esto es importante ser precisos al menos en este contexto para aclarar lo expuesto y las propuestas que nacen. Pido por lo tanto, un poco de paciencia y de atención a los compañeros, disculpándome por repeticiones, precisiones, explicaciones largas y cosas que pueden parecer superfluas. La intención no es de aburrir, sino de evitar incomprensiones y frivolidades, además de animar a profundizar en el análisis.

LA SOLIDARIDAD

La solidaridad en el ámbito revolucionario es el momento en que, además de las diferencias existentes, las entidades revolucionarias -individuales y colectivas- se manifiestan y se refuerzan entre ellas reconociendo recíprocamente la validez de cada una.

Tal manifestación de solidaridad puede ser expresada de mil maneras: desde la contribución económica para financiar las actividades llevadas adelante, a la correspondencia con quienes son golpeados por la represión, desde los actos esporádicos de sabotaje, a la intervención en las plazas públicas. Y las mil maneras de hacer sentir la solidaridad con la lucha de los presos que se han llevado a cabo, algunas con éxito, a pesar de las carencias y de los límites que han surgido. Sin embargo, la manifestación de solidaridad más efectiva es la de hacer propia la lucha en su complejidad, extendiéndola en lo social y en los territorios, a fin de agrandar los frentes de la lucha misma, dentro y fuera de las cárceles, sin por ello, impedir o forzar a quienes creen que deben actuar según sus métodos y sensibilidad.

LA LUCHA COMO ATAQUE

Por lo que a mi refiere, entiendo la lucha en todos sus aspectos como ataque al dominio.

En el caso de la lucha contra las cárceles, la entiendo como ataque al poder del Estado-Capital para imponerle la abolición del régimen de encarcelación especial (aislamiento), el fin de la dispersión de los presos, la excarcelación de los presos con enfermedades incurables.

El contenido de la lucha específica contra la cárcel, obviamente no impide el objetivo que nos empuja a la lucha: la destrucción de las prisiones. Pero esta perspectiva que anima a todos los anarquistas y antiautoritarias, no es la perspectiva en la que creen todos los presos, ni todos sus familiares, ni todos los que por una motivación cualquiera puedan simpatizar y participar en esta lucha.

Por lo tanto, con todo esto es posible viajar juntos, si como mínimo, hay algunos elementos de la lucha misma, que metodológicamente la caracterizan como espacio de nuestro interés, y sobre lo cual estamos dispuestos a dar nuestras energías. Uno de estos elementos es precisamente entender la lucha como ataque. El concepto de ataque como, creo, estará claro para todos, no expresa exclusivamente aquella práctica que en el inmediato produce destrucción o daños materiales visibles, acciones "espectaculares" aunque éstas sean esporádicas.

Por ataque entiendo cualquier manifestación concreta de rechazo a compromisos y mediaciones con el poder que se combate.

Dentro de una óptica de lucha esto es muy importante, porque pone en evidencia que una actuación en perspectiva conecta toda una serie de prácticas, de acciones, de manifestaciones en que la lógica del ataque es evidente en el conjunto de la intervención; también si sus aspectos particulares podrían a menudo no resultar en lo inmediato como ataque.

UNA LUCHA ESPECÍFICA

La lucha contra el FIES es una lucha que quiere alcanzar objetivos específicos, parciales. Aunque nuestra perspectiva es y será la destrucción de las prisiones junto a la sociedad que la engendra. De este modo logra catalizar interés y participación de grupos más o menos amplios de presos y de población, porque concuerdan con los objetivos que se proponen.

También este elemento es muy importante y hay que tenerlo siempre en cuenta a fin de evitar -en lo posible- más rupturas de quienes estamos en la lucha, por motivos ideológicos.

RUPTURAS, DIFERENCIAS, DISGREGACIÓN

Uno de los aparentes puntos de debilidad del movimiento anarquista y antiautoritario en general, que se manifiesta también en la lucha específica contra el FIES, es debido a la disgregación existente entre diferentes realidades -ya sean individuales o colectivas-, desde las rupturas en el plano de las relaciones personales, hasta las diferencias de sensibilidad y las diferentes maneras de lucha.

Creo que estas diferencias, cuando no sean una competición, para establecer, en una dañina e inútil graduación, quién es más anarquista, no solamente son superables, sino que son extremadamente positivas.

Para no caer en una simple petición de principio, la positividad de la diferencia tiene que manifestarse como riqueza real del movimiento: y la única manera que puedo concebir, es la de crear una metodología de relación que en la lucha y por la lucha produzca ataque concéntrico y sintonizado de todas las fuerza en juego. No afirmo ni la necesidad de "recomponer" rupturas pasadas, ni la necesidad de colaborar codo a codo entre quienes no existe afinidad. Esta lógica pacificadora de "abracémonos todos" no me interesa para nada. Sí afirmo que es posible, en medio de rupturas, fracturas y diferencias -obviamente dentro de la práctica del ataque entendida como la he explicado antes; es decir en el desorden de la lucha- dar cuerpo a un ataque conjunto que represente un frente unitario que rodee al Capital-Estado por todas partes provocando la energía y la potencia necesaria, por lo menos, para imponer los objetivos prefijados de las luchas que se están llevando a cabo.

Obviamente, todo esto depende en gran medida de la seriedad de todos nosotros, a parte claro, del método.

LA EXTENSIÓN DE LA LUCHA

Si el punto de partida de la lucha son objetivos específicos (fin del FIES, de la dispersión de los presos, excarcelación de los presos con enfermedades incurables) no es cierto que el enemigo al que se golpea se encarne en las estructuras-instituciones específicas aplicadas a las prisiones. Las instituciones carcelarias son sólo una parte, un aspecto de la manifestación real del Estado-capital, cuya constitución depende de la interrelación entre cada una de sus partes: desde las instituciones político-militares-judiciales, a las del control y manipulación de las informaciones; los centros productivos y distributivos de la mercancía así como las sedes del capital financiero.

Esta complejidad de interrelaciones y estructuras es el enemigo real, por tanto nuestra lucha no puede limitarse a golpear un sector, un aspecto, un momento particular.

Del mismo modo, los tres objetivos que nos hemos puesto en la lucha contra el FIES, son objetivos válidos en otras situaciones diferentes que superan las fronteras del Estado español. En Francia, por ejemplo, en Cerdeña, en Alemania, en Italia, etc..., aquellos mismos objetivos podrían catalizar e interesar además de a los presos, a partes de la población sensibles al problema. La lucha por lo tanto no puede referirse sólo a los presos y al movimiento existente en el territorio español; además de que el estado español no es más responsable que otros estados y que el capital con quien se interrelaciona y de quien representan tan sólo aspectos específicos cuyo deber es controlar un territorio determinado para que la explotación y la ganancia puedan actuar con la garantía necesaria para la estabilidad social.

Si a esto añadimos el hecho -espero aceptado por todos- que la solidaridad más productiva respecto a los presos y a la lucha que se está llevando a cabo, es la de hacer propia la lucha, extendiendo la misma donde vivimos, se puede concluir que la extensión de la lucha, sea en el plano territorial o en la individualización del enemigo, es un momento imprescindible que nos implica a todos directamente.

Se trata solamente de dar a la lucha (o por lo menos intentar) continuidad y sintonización para que sea más incisiva.

LUCHA Y REPRESIÓN

La represión no es un momento concreto, sino que comparte la existencia del poder en cada uno de sus momentos. Represión que se manifiesta de mil maneras, con mil caras y que en nuestro momento actual no excluye ninguno de los aspectos de la existencia. Represión que puede actuar casi sin perturbar, porque el Estado-capital se perpetúa en una situación social de consentimiento generalizado. El régimen democrático presente, esencialmente creado y sostenido, directamente o indirectamente, por el consentimiento generalizado o por la ausencia de movimientos de masa claramente disidentes y radicales, no admite situaciones de choque generalizado porque esto significaría reconocer la inexistencia real de los cimientos sobre los cuales se sostiene y reproduce.

Desde aquí, la particular atención reservada hacia aquellos movimientos que, saliendo del propio control y de las vías esterilizantes de la protesta ordenada y manipulada de los organismos "correctos", se arriesga a representar en el contexto social los referentes sobre quienes se podrían catalizar atenciones y movimientos más o menos amplios de parte de población excluida de los modelos vigentes de existencia. Y de aquí el intento de criminalización de compañeros, grupos revolucionarios y rebeldes sociales, a fin de hacerles pararrayos virtuales y negar la existencia de manifestaciones de disentimiento por parte de estratos sociales.

Si la criminalización de compañeros y rebeldes tiene esta función y sucede de esta manera, es evidente que la lucha que llevamos adelante no se puede desligar del contexto social, de esos estratos de población reclusa o no, que participando de esta lucha crean preocupación al poder en tanto que abren perspectivas reales insurreccionales radicadas en las necesidades de las clases excluidas. Esto significa que la lucha no es tan solo NUESTRA, sino que es una lucha de todos las que participen en ella, de quienes la hacen propia.

Cuanto más tiende a extenderse la lucha en lo social, tanto más dura será la represión y las tentativas de represión, además de las manipulaciones directas para hacer añicos y separar la aportación de los componentes radicales de los estratos de población que la llevan adelante. Sería un grave error ayudar al Estado-capital, en su fundamental acción de defensa, no preocupándonos de actuar y dar estímulos concretos y metodológicos para que la lucha pudiera progresar en los términos debidos del ataque también sin nuestra presencia, y no obstante las operaciones represivas que de vez en cuando nos golpean. Es indispensable explicitar los juegos y las finalidades del poder y poner en evidencia cómo el objetivo del Estado-capital no es la detención en si de los revolucionarios y rebeldes sociales, sino el de poner fin o erradicar la lucha misma.

La detención de la compañera y del compañero de Madrid, además de la orden de detención del otro compañero, las excarcelaciones y la posterior detención de uno de ellos, con todo lo que ha implicado en términos de manipulación mediática, tiene su raíz exactamente en esta estrategia propia del poder constituido. No es casualidad que el contenido de los mensajes mediáticos se concentre exclusivamente sobre la transposición de la lucha desde sus términos reales hasta aquellos criminalizantes y por esto, en el fondo tiene como objetivo separar la manera de actuar de los compañeros y rebeldes sociales de aquellos estratos populares que se han solidarizado y han participado personalmente en la lucha.

Una parte por lo menos de nuestra futura actividad tiene que ser la de mantener y extender en lo social, en la calle, en las manifestaciones de cada lugar, en las asambleas públicas y en nuestros instrumentos editoriales, aquellas aportaciones y connivencias con los estratos sociales interesados y que participan en la lucha y que contribuyen de este modo a poner en peligro la estabilidad del sistema.

La extensión de la lucha entendida así, nos da una perspectiva bien diferente de la actual. Para estimular la lucha no son ya tan solo los compañeros y rebeldes sociales del suelo ibérico, sinó también todos nosotros, cada uno en su tierra. Y hacer frente a los problemas relativos y emergentes de la lucha -el estancamiento que se manifiesta, los límites que ya conocemos...-, ya no es tan solo cosa exclusiva del movimiento ibérico, de comportarnos como simples "observadores".

Es desde esta perspectiva, en la que nos vemos todos directamente implicados, que aparece otro elemento importante: o sea que de la extensión de la lucha resultarán reforzadas las situaciones específicas, también las organizativamente más débiles (porque sean numéricamente inconsistentes o porque atraviesen condiciones de particular carencia organizativa, o de cansancio, etc...)

Desde la extensión a diferentes realidades territoriales y diferentes movimientos, la lucha puede lograr una continuidad en el tiempo y proyectarse en la práctica como indefinida.

LA CUESTIÓN ORGANIZATIVA

Si la perspectiva de la extensión de la lucha resuelve algunas problemáticas y responsabiliza en primera persona todas las situaciones del movimiento, por otro lado abre la cuestión organizativa.

Es evidente que la cuestión se plantea tan solo para aquellos que ven en la organización un instrumento, un medio válido para reforzar la lucha. En este sentido el problema es exclusivamente de método, en cuanto concierne al modo de relacionarse entre compañeros y cosas necesarias para la lucha, salvaguardando y si es posible, enriqueciendo la autonomía de todos y dotándoles de medios para ampliar su posibilidad de acción.

Se trata entonces de poner en pie posibilidades organizativas, donde todos las que participan en la lucha tengan ocasión de intercambiar experiencias, de socializar proyectos y perspectivas, de conocer situaciones y entablar relaciones que después cada uno continuará por su cuenta.

La informalidad que muchos de nosotros ya practicamos a ''pequeña escala" y que la propuesta de la I A I estimula a practicar a gran escala, cuya posibilidad es subrayada en la "Contribución al debate I A I y algunas aclaraciones para los compañeros" se presenta en lo global aunque hace especial referencia a la lucha contra el FIES. De hecho, la continuidad de la lucha, sea en un plano territorial o sea en un plano temporal, engendra continuidad de relaciones, de informaciones, de intercambio de experiencias entre todas las realidades participantes en la lucha. Esta continuidad está parcialmente obtenida con el contacto directo entre situaciones de movimientos: aquellos que ya tienen relaciones y conocimientos y que ya han madurado un cierto grado de afinidad o confianza. ¿Y las otras realidades?¿ aquellos nuevos que se acercan a la lucha, aquellas que también, conociendo las respectivas existencias no tienen relaciones por mil motivos, aquellas que por dificultades financieras no pueden contactar con las demás en la inmediatez de las necesidades impuestas de la lucha?

No podemos olvidar que las cartas de dos compañeros presos FIES hechas circular en el seno del movimiento, hacen referencia exactamente a las carencias que se han manifestado en la lucha, en buena parte por motivaciones organizativas y metodológicas: no debemos creer que las problemáticas relativas al "mal rollo" entre individualidades y grupos, a fracturas entre diferentes realidades, se resuelvan por si mismas y sin influencias nefastas para la lucha. Por esto tenemos que encontrar soluciones posibles ahora mismo.

Yo creo que es positivo intentar superar el "impasse" organizativo en la informalidad misma de las relaciones, y la única manera que puedo concebir es la de dar vida a encuentros periódicos del todo informales respecto a su desarrollo, en los cuales la asamblea de los participantes no sea deliberativa para nada, sino que sea exclusivamente un momento de socialización de las experiencias, de informaciones, de proyectualidades, de tensiones, de intercambio de maneras de ver, de debate, de conocimiento de la lucha específica.

Estas ocasiones de encuentros generales, podrán ser a su vez, lugares aptos para extender conocimiento, relaciones, afinidades, además de ser lugares de posibles intercambios de medios, instrumentos, metodologías, capacidades y también de naturaleza económica y financiera.

Otro aspecto importante, es que estos momentos de encuentros generales, excluyen funciones intermediarias, o sea, aquellas tareas a menudo atribuidas a grupos y compañeros que tienen contactos directos con aquellas realidades con quienes no queremos relacionarnos.

Las socializaciones que se crean en el ámbito de la asamblea general de estos encuentros, hacen referencia a todos los presentes, y cada uno al final hará sus elecciones más apropiadas.

No se trata de solucionar las rupturas que se han dado sino de reducir sus consecuencias negativas.

LA CUESTIÓN REPRESIVA

Se ha evidenciado, desde muchas partes, que estos encuentros generalizados, también con el evidente beneficio que crean, en general y para las luchas específicas, sirven de "monitoraje" en ocasiones donde las fuerzas y estructuras de poder pueden de manera sistemática "fichar" a la vez a todos los participantes, en su tarea de represión. Esta observación la considero seria y admito que no la había tenido en cuenta, quizás porque di por descontado algunas cosas.

Nosotros no somos la vanguardia de nadie, sino de nosotros mismos. Todo lo contrario la metodología que explicamos, estimular en todos los sentidos a negar validez a cualquier forma de vanguardismo, delegación y representatividad. Nuestra participación en las luchas sociales, desde esta manera de ver las cosas, es estímulo directo, concreto, a la acción directa, a la autogestión de las luchas, a la autonomía total de todos los que hacen suya la lucha. El hecho de que seamos insurreccionalistas aclara además nuestra manera de actuar, el estímulo que damos a partir de las luchas específicas sociales en función de la insurrección generalizada.

Si hubiéramos tenido la fuerza de concretizar una insurrección que tan solo potencialmente hubiera tenido posibilidad de destruir el actual contexto social, no estaríamos aquí discutiendo sino que nos hubiéramos dedicado a otras cosas. Si tuviéramos esta fuerza y no la hubiéramos concretizado en insurrección seríamos imbéciles. Y como no creo que seamos imbéciles, y no me parece que estemos en un contexto insureccional, es evidente que esa fuerza no la poseemos.

Esto significa que tenemos que actuar, con la metodología insurreccionalista, así como actuamos por empujar diariamente las luchas sociales donde participamos. Nuestra actividad en cuanto a las luchas sociales es evidente. La manifestamos en plazas, calles y en todas esas ocasiones donde la población o parte de la misma la expresa en disidencia y lucha. Es cierto que los estímulos que damos no son de naturaleza legal, pero es obvio que si conduzco un coche y no tengo carnet intentaré que no me pillen los maderos, que enseguida me detendrán.

En un contexto social basado en el consenso generalizado, real o virtual no tiene importancia, nuestra forma de actuar pública para incidir en lo social (de forma limpia, sin engaños) da un miedo horrible al poder precisamente porque nuestros estímulos no son de naturaleza vanguardista ni tampoco desatados o lejos del sentido común y de sus posibilidades de comprensión. Es por eso que la represión del Estado-capital tiene como objetivo separar y separarnos de los contextos de luchas sociales, criminalizándonos a nosotros y a nuestras acciones o dejando entender que algunas acciones son justas (si están esterilizadas dentro de mecanismos de demandas lícitas, pero legales) o injustas (si rechazamos la práctica burócrata-legal de los anestesistas sociales e institucionales, pero legales) Es por esta razón, yo creo, que el reto al poder actual del Estado-capital tiene que ser principalmente en el plano social, con nuestra manifiesta participación en las luchas, en las protestas, en los ataques espontáneos.

En este contexto tiene razón de ser la metodología de la organización informal, tanto a un nivel amplio como a uno específico, a pesar de que el Estado-capital nos empuja a la clandestinidad insistimos en la necesidad de permanecer juntos en las luchas sociales. Suponiendo que el poder constituido y la red telemática de información todavía no ha finalizado o que existen fallos en la centralización de los datos a nivel europeo o más (no lo sabemos, pero lo imaginamos) el monitoraje y el fichaje que las fuerzas policiales pueden hacer de estos encuentros generales, no modifica sustancialmente nada respecto a nuestra manera de hacer frente a la lucha, y esto que conste.

Obviamente esto no excluye que los compañeros estén atentos y que pongan todas las condiciones para evitar descuidos de cualquier clase.

Esto por supuesto no excluye posibles intentos criminalizantes de construir montajes para perjudicarnos (como ya ha pasado) justamente porque son montajes que pretenden separar nuestra lucha de lo social, de separar la insurrección de los movimientos sociales reales, nuestra reacción no puede ser la de radicalizarnos todavía más en estos movimientos, sino amplificar aún mas nuestros estímulos en sintonía con lo que piden las luchas.

De otro modo, teniendo ellos la fuerza material de hacernos desaparecer a todos, de un modo o de otro; un poder que se rige por el consenso generalizado debe tener también el poder de gestionar esta desaparición frente al consenso en el que se rige, fuerza que evidentemente no tiene, por ahora, puesto que ha optado por la estrategia de alejarnos a nosotros y a nuestras acciones de los contextos reales de la naturaleza social, que se manifiestan como rupturas respecto a la estabilidad del sistema.

Constantino Cavalleri


* Guasila-Sardegna, noviembre 2000.