EN EL CAFÉ
(conversación del natural)
César - Vaya, vaya, no hagamos cuestiones personales…y puesto que debemos hablar de anarquía, entremos ahora mismo en el asunto. Vea Ud. Yo también reconozco que las cosas andan mal y que es necesario buscar algún remedio. Pero también es menester evitar las utopías y sobre todo se debe huir de la violencia. Poco a poco, con buena voluntad y con la concordia se llegará a arreglar todo. Indudablemente, el Gobierno debería consagrarse más a la causa de los trabajadores; debería procurar trabajo a los desocupados, proteger la industria nacional, estimular el comercio. Pero…
Jorge - ¡ Cuántas cosas quisiera Ud. Que hiciese este pobre Gobierno! El Gobierno no quiere saber nada, de los intereses de los trabajadores…y se comprende…
César - ¿Cómo se comprende? Esto puede ser cuestión de un ministerio más menos liberal. Si el ministerio actual es incapaz y quizás poco deseoso de aportar remedio a los males del país, mañana ministros ilustrados y celosos, podrán hacer lo que no se ha hecho hasta el presente.
Jorge - No, querido señor, no es cuestión de un ministerio u otro. Es cuestión del gobierno en general; de todos los gobiernos, el de hoy como el de ayer y como los de mañana.
El gobierno emana de los propietarios: necesita para sostenerse de su apoyo: sus miembros, son también propietarios ¿ cómo podría, pues, obrar a favor de los intereses de los trabajadores?
Por otra parte, aunque el gobierno quisiese, no podría resolver la cuestión social, porque ésta depende de causas generales y para resolverla impura (sic) cambiar radicalmente todo el sistema que el gobierno tiene precisamente por misión defender. Ud. Habla de procurar trabajo a los desocupados. ¿Pero cómo podrá hacer esto el gobierno, si no hay trabajo? ¿Deberá mandar hacer trabajos inútiles? ¿ Y quien los querrá pagar? ¿Proteger la industria y el comercio? Pero si esto el gobierno no lo puede hacer; a lo más podrá favorecer a una clase de industriales en perjuicio de otra clase; podrá favorecer a los comerciantes de una región en perjuicio de los de otra, y en resumen, nada se habría ganado. Querer proteger a todos es un absurdo, por la sencilla razón de que el gobierno nada produce y no puede sino desequilibrar la riqueza producida por los otros.
César - Pero entonces, si el gobierno no quiere o no puede hacer nada ¿qué remedio encuentra Ud.? Aunque hicieran Uds. la revolución será después necesario que pongan otro gobierno; y como Ud. Dice que todos los gobiernos son iguales, resulta que después de la revolución nos habremos quedado como antes.
Jorge - Es precisamente por esto que no queremos gobierno. Ud. sabe ya que soy anarquista y que anarquía significa sociedad sin gobierno.
Enrique MALATESTA
La Protesta Humana, Buenos Aires 1º de agosto 1897
Transcrito por Philía.