Elegid la Vida
Por George Monbiot
Todas las semanas, a veces incluso todos los días, alguien me pide consejo sobre la profesión a elegir. Desgraciadamente no puedo responderles a todos, así que pensé en formular algunas líneas maestras de carácter general que espero que la gente sepa adaptar a sus propias circunstancias. Este consejo se dirige solamente a quienes tienen una opción real de elegir profesión, lo que significa, por desgracia, que no se aplica a la mayoría de la fuerza laboral del mundo. Pero si la gente que me escribe no tuviera realmente una opción no pediría consejo.
Al tiempo que estos consejos se pueden aplicar a alguna gente que trabaja en otras áreas, mis ejemplos van a proceder del periodismo, dado que la mayoría de los que me escriben quieren ser periodistas, y éste es el campo en el que más me he movido. Antes de seguir mis consejos, recomiendo no quedarse sólo con mis palabras. No puedo garantizar que este enfoque sirva en vuestro caso. Deberíais pedir consejo a cuanta más gente podáis. Y por último, tendréis que tomar vuestras propias decisiones: no permitáis que yo o cualquier otra persona las tome por vosotros.
El primer consejo que os daría es el siguiente: tened cuidado con seguir los consejos profesionales que os dé vuestra escuela o facultad. En las escuelas de periodismo, por ejemplo, se les dice a los estudiantes de forma rutinaria que, aunque su deseo sea escribir sobre cuestiones de desarrollo en Latinoamérica, primeramente, y a fin de obtener la suficiente cualificación y experiencia deberían pasarse al menos tres años trabajando para algún periódico local, antes de buscar trabajo con un periódico de alcance nacional, antes de intentar encontrar un hueco que los acerque de alguna forma al campo en el que desean entrar. En otras palabras: Os dirán que viajéis justamente en la dirección contraria a la que queréis moveros. ¿Que queréis ir a Latinoamérica? Entonces id primero a Nuneaton. ¿Que queréis escribir sobre los zapatistas? Entonces deberéis aprender primero a convertir las notas de prensa de las empresas en "noticias". ¿Que queréis ser libres e independientes? Primero habréis de aprender a ser cautivos.
Los consejeros dicen que una carrera de este tipo es esencial si no queréis caer en la "trampa" de la especialización: es decir, si queréis tener la flexibilidad suficiente para responder a las cambiantes demandas del mercado laboral. Pero la verdad es que siguiendo el camino que os sugieren os convertís en especialistas: en especialistas para el reciclaje estúpido de lo que los ricos y poderosos creen que es noticia. Y después de unos cuantos años en ello ya para pocas otras cosas serviréis.
Esta carrera, en otras palabras, es burocrático-educativa. Os enseña a hacer lo que no queréis hacer, a ser lo que no queréis ser. La persona que sale de este proceso con sus objetivos e ideales intactos es una persona excepcional. La verdad es que quien consigue salir de este proceso ya es una persona excepcional. Lo que el mundo de las empresas y de las instituciones quiere que hagas es todo lo contrario de lo que tú quieras hacer. Ellos quieren una herramienta eficaz, alguien que sepa pensar, pero no por sí mismo: tiene que ser alguien que piense en lugar de la institución. Puedes hacer lo que crees sólo si dicha creencia casualmente coincide con los objetivos de la empresa, no sólo una vez, sino de forma coherente, a lo largo de los años (para mí no deja de ser fuente de asombro cuántas creencias de la gente parecen coincidir con las demandas del poder institucional tras llevar uno o dos años en la compañía, independientemente de que dichas demandas vayan cambiando).
En esos mundos hasta la gente inteligente y resuelta pierde el norte casi enseguida. Se vuelven tan ocupados en responder a las necesidades de sus empleadores y sobreviviendo a un mundo hostil al que han sido arrojados, que no les queda tiempo o energía para desarrollar la carrera que realmente deseaban seguir. Y es una carrera que hay que desarrollar: simplemente no se construye sola. Es simplemente ridícula la idea, tan frecuentemente formulada por los nuevos fichajes que se encuentran incómodos con la elección que han hecho, de que pueden reformar la institución a la que se unen desde dentro de forma que refleje sus propias creencias y códigos morales. A pesar de toda la reciente música celestial en torno a la irresponsabilidad social de las empresas, las empresas responden al mercado y a las demandas de sus accionistas, no a las conciencias de sus empleados. Hasta un director ejecutivo apenas puede marginalmente imprimir alguna diferencia: en el momento en que su conciencia interfiera con el objeto no negociable de su compañía, que es el de obtener beneficios y aumentar el valor de las acciones, ya está fuera.
Ello no quiere decir que no existan posibilidades de seguir vuestras propias creencias dentro del mundo de las instituciones. Existen unas cuantas, aunque generalmente al margen de las corrientes principales: programas y revistas especializadas, algunas secciones de determinados periódicos, compañías con una producción menor y cuyos jefes han mantenido sus propios estándares. Los empleos en estos sitios son escasos, pero alguno encontraréis, buscadlos con energía y tesón. Si habiendo localizado uno os parece que no es lo que parecía, u os veis sistemáticamente empujados en dirección contraria a lo que queréis hacer, no dudéis en salir volando.
Tampoco significa esto que no debierais adquirir "experiencia profesional" en las instituciones cuya visión del mundo no aceptáis si se os ofrece la oportunidad, y donde haya habilidades importantes que sintáis que podéis perfeccionar a sus expensas. Pero debéis conservar una claridad absoluta en cuanto a los límites de estas prácticas, y deberéis iros en el momento en que hayáis aprendido lo que necesitarais aprender (generalmente a los pocos meses), porque a partir de entonces la empresa empieza a recibir más de vosotros de lo que vosotros estáis recibiendo. ¿Cuántas veces no habré oído a estudiantes que empiezan a trabajar en una empresa proclamar que se quedarán justamente dos o tres años para ganar el dinero que necesitan, para luego marcharse y seguir la vía profesional que ellos elijan? ¿Cuántas veces no me he encontrado a esta gente años más tardes, descubriendo que han adquirido un estilo de vida, un coche y una hipoteca acordes con sus salarios, y que sus ideales iniciales se han desvanecido en lo más recóndito de sus memorias, y que ahora desechan como fantasías postadolescentes? ¿Cuántas veces he visto a gentes libres renunciar a su libertad?
De forma que mi segunda recomendación profesional se hace eco del consejo político que ofrecía Benjamin Franklin: Siempre que tengas que elegir entre la libertad y la seguridad, elige la libertad. De lo contrario no tendrás ni lo uno ni lo otro. La gente que vende su alma por la promesa de un empleo seguro y un salario seguro es expulsada en cuanto se vuelve prescindible. Cuanto más leal seáis a una institución, tanto más explotables, y en última instancia, más sustituibles os volveréis.
Nada de esto significa, naturalmente, que de buenas a primeras podáis empezar haciendo justamente lo que queráis hacer y ser remunerados como os gustaría. Pero hay tres enfoques posibles que os recomendaría.
El primero es simplemente empezar de la forma que queráis continuar. Durante un tiempo resultará bastante inverosímil que vuestra labor se autofinancie, de forma que necesitaréis complementarla con otro trabajo que os proporcione el suficiente dinero para manteneros vivos sin que os requiera demasiada energía mental. Si queréis escribir sobre los zapatistas en México, ganad el dinero necesario para ir allá y empezad a cubrir el tema. Si queréis que sea rentable, debéis ser emprendedores. Deberéis investigar todas las salidas potenciales para las historias que confiáis encontraros: revistas, periódicos, estaciones de radio y TV, páginas web y editores.
Deberíais tener una visión clara de lo que queréis cubrir antes de ir, planificar con esmero y encontrar cuantos contactos podáis entre la gente con algún conocimiento del tema. Pero al mismo tiempo deberéis estar preparados para historias que no hayáis previsto, que pueden encontrar cobijo en sitios insospechados. Por ejemplo podríais encontraros con una historia referente al mundo de la naturaleza salvaje, que podría ayudaros a financiar vuestro viaje, escribiendo durante el mismo para una revista dedicada a la vida salvaje. Podríais complementar vuestros ingresos con un artículo de viajes, o algo para una revista de arquitectura o un programa gastronómico. A los editores a veces les encanta recibir material exótico (aunque la mayoría de las veces simplemente no lo entenderán). Trabajad para cuantos medios de comunicación podáis, y no desfallezcáis.
Estad preparados para vivir y viajar lo más barato posible: durante mis cuatro primeros años como free lance viví con una media de cinco mil libras anuales. Durante los siete años que viví en el mundo pobre, conseguí mantener mis gastos en tres mil libras al año. Esta es una buena disciplina para un free lance, por muy bien que os vaya económicamente. Si podéis vivir con cinco mil libras al año, estaréis seis veces más seguros que alguien que necesite treinta mil libras anuales para sobrevivir. En Gran Bretaña, de todos modos, las posibilidades de vivir frugalmente se han ensombrecido actualmente un poco por los préstamos a los estudiantes: mucha gente que busca trabajo ya lleva cargas en forma de deudas.
Trabajad duro, pero no actuéis precipitadamente. Construid vuestra reputación lentamente y con constancia. Y la especialización, si la usáis con inteligencia, no es como os dirán en las escuelas de periodismo la trampa, sino la llave para escapar a la trampa. Podéis convertiros en la persona en quien piensen los editores cuando necesiten a alguien para cubrir un tema en particular desde un ángulo en particular (es decir, vuestro ángulo). Entonces, serán ellos quienes respondan a vuestra visión del mundo, y no vosotros a la suya. Es sorprendente cuán rápidamente os podéis convertir en "expertos" en un campo determinado: simplemente porque pocos otros periodistas sabrán algo sobre él. Encontraréis oportunidades y las oportunidades os encontrarán a vosotros.
El segundo posible enfoque es el siguiente: si el mercado para el trabajo que queréis hacer parece impenetrable a primera vista, metéos en el asunto por vías diferentes. Si queréis escribir sobre los "sin techo", por ejemplo (uno de los grandes temas apenas cubiertos por las sociedades desarrolladas) puede ser más fácil encontrar trabajo con un grupo que intente ayudar a los "sin techo". Aprended el oficio aprendiendo los temas, y id desviándoos gradualmente hacia el periodismo. Aunque ello os aparte uno o dos pasos de vuestro ideal, al menos estaréis trabajando con gente y adquiriendo experiencia en los temas que os interesan, antes que con los hombres y mujeres desligados que pueblan las salas de redacción corporativas, que han perdido sus sueños y que saben tan poco del mundo real como los orientadores profesionales que les ayudaron a aterrizar en esos puestos recién acabada su carrera.
El tercer enfoque es más duro, aunque igualmente válido. Lo sigue la gente que ha reconocido las limitaciones de cualquier tipo de compromiso con los principales empleadores, y que han creado sus propias salidas profesionales. La mayoría de los países tienen un número de pequeñas publicaciones y emisoras alternativos, llevados voluntariamente por gente que se gana la vida con otros medios: empleos a tiempo parcial, becas o seguridad social. Tomados en su conjunto esta gente son personas de un enorme coraje y determinación, que han colocado sus creencias firmemente por delante de su comodidad. Trabajar con ellos puede ser un gran privilegio y fuente de inspiración, por la simple razón de que ellos, y de paso vosotros, sois libres, mientras que otros no lo son. Todo el dinero y todo el prestigio del mundo nunca compensarán la pérdida de vuestra libertad.
De forma que mi recomendación final es ésta: cuando os enfrentéis a la elección entre comprometeros con la realidad o comprometeros con lo que Erich Fromm llama el mundo "necrófilo" de la opulencia y el poder, elegid la vida, sin importaros el precio que pueda parecer tener. Vuestros compañeros de carrera primeramente os mirarán por encima del hombro: Pobre Nina, veintiséis años y todavía no tiene coche. Pero los que han puesto la opulencia y el poder por encima de la vida están viviendo en el mundo de la muerte, en el que los vivos cuelgan sus epitafios en las paredes, en forma de títulos enmarcados acreditando el acatamiento de ese mundo. Recordad que incluso el editor del Times, con todos sus ingresos y su prestigio, no es más que un funcionario, que tiene que acatar las órdenes de su jefe. Tiene menos libertad que nosotros, y ser el editor del Times es toda su recompensa.
Sabéis que sólo tenéis una vida. Sabéis que es una cosa valiosa, extraordinaria e irrepetible: el producto de billones de años de una feliz casualidad y la evolución. De forma que ¿por qué desperdiciarla entregándola en manos de los muertos vivientes?