Anarquismo y Violencia
Pedro Pablo
Una de las características de los gobiernos venezolanos (y latinoamericanos) ha sido la represión contra toda forma de protesta, en especial la estudiantil. Represión que se señala por la incapacidad de los políticos para evitar o solucionar los conflictos sociales de manera democrática. En cada caso que el gobierno de turno soltó esa furia desmesurada vestida de policía, argumento que lo hacia para defender el orden y los bienes (no a los ciudadanos) de la amenaza de la subversión y la "anarquía". Una prensa tendenciosa y los propagandistas del sistema han asociado siempre - Teddy Roosevelt fue su iniciador a principios de siglo - anarquía con violencia y desorden. Para aclarar el punto queremos referirnos a la posición que muchos anarquistas han tenido respecto a la violencia (no todos, porque el anarquismo no es dogmático).
Negar la violencia como un momento en la lucha por el cambio esta lejos del anarquismo. En algún momento la pasión destructiva que ella conlleva es necesaria, pero también insuficiente y de ninguna manera es la que comanda la acción del movimiento. El anarquismo pretende un cambio total en la organización social y económica de los hombres. Este cambio radical no puede de ninguna manera ser el resultado de una revolución puntual y catastrófica, que a lo mas podría alcanzar a dominar el poder político, algo contradictorio con la esencia del movimiento anarquista pues el objetivo precisamente es destruirlo. Esta totalmente fuera de la tradición anarquista pensar que una algarada callejera, así logre tomar la Bastilla o el Palacio de Invierno, consiga transformar la sociedad de la manera que deseamos. La pretensión no es sólo la socialización de la economía o la adquisición del poder en alguna de sus formas. Lo que pretendemos los anarquistas es modificar las relaciones entre los hombres fundándolas en la libertad, la igualdad y la solidaridad, lo que hace que nuestra revolución se extienda a todos los aspectos de la vida de cada uno y encierre tanto un cambio de las relaciones comunitarias como un cambio personal.
No es por tanto que el anarquismo niegue la violencia, sino que rechaza esa violencia que es únicamente la manifestación de la pasión destructiva y no esta subordinada a la acción constructiva, y que no siquiera sirve de detonante de un vasto movimiento popular revolucionario. No es la violencia de un grupo de donde ha de surgir la creación de un mundo nuevo, sino de la participación e incorporación de todos y cada uno en esa tarea. La violencia como momento destructivo es un punto de un proceso constructivo mucho mas largo y amplio.
No negamos que entre fines del S. XIX y comienzos del XX un numero importante de anarquistas apoyo la propaganda por la violencia pero, sin entrar a analizar este hecho que puede ser justificable, eso no es suficiente para asociar anarquía y violencia de manera tan directa como se pretende en nuestra sociedad, cuando lo cierto es que la represión de cualquiera de los gobiernos de la democracia representativa criolla ha matado mas gente que la que murio en el gran movimiento filo-anarquista del mayo francés de 1968, y en ningún caso el alcance y magnitud de los hechos es comparable. Tampoco se puede negar que los anarquistas han soportado mas violencia que la que pueden haber ocasionado. Nuestros muertos se cuentan por miles, muy pocos por la violencia ciega, la mayoría por la violencia que es defender - frente a los explotadores y opresores - ideas que son capaces de elevar a la humanidad a un nuevo estadio de dignidad.